martes, 27 de mayo de 2008

Mutilación genital femenina (texto de Mónica Perez de Las Heras )




Me duele la necedad, la intolerancia y, especialmente, la manipulación. (...) Advertirles de que cuando oigan hablar de tradición, patria, raíces, identidad, lengua o del único Dios verdadero, sea éste cual sea, echen a correr como alma que lleva algún buen diablo. Recomendarles que defiendan el don más preciado, quizás el único verdaderamente importante a nuestro alcance: la libertad" (Fernando Jiménez del Oso).
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En el mundo hay 135 millones de mujeres a las que les han amputado lo más íntimo de su ser. Y la cifra va en progresión: dos millones de niñas sufren cada año la tortura física y mental que supone la mutilación del clítoris. La infibulación o ablación aún se practica en 28 países; una práctica salvaje que provoca gravísimas infecciones a sus víctimas y les impide vivir su sexualidad con normalidad.
"Tenía 10 años cuando mi abuela me dijo que me llevaba al río para realizar una ceremonia de iniciación. Insistió en que cuando terminara me darían muy bien de comer. Yo era muy pequeña y no tenía ni idea de lo que iba a pasarme. Cuando llegué a aquel lugar escondido entre unos matorrales, junto al río, fui desvestida. Me taparon los ojos y me quitaron la ropa completamente. Fui obligada a tumbarme. Cuatro mujeres sujetaban mis extremidades, mientras otra se sentaba en mi pecho para evitar que me moviera. Me colocaron un trozo de tela en la boca, y entonces... me cortaron. El dolor era insoportable. Como me resistía e intentaba levantarme, perdí mucha sangre. Por supuesto, no me dieron ningún tipo de anestesia ni calmante para el dolor. La operación me produjo una hemorragia que me provocó una fuerte anemia. Durante mucho tiempo, cada vez que orinaba me dolía. A veces trataba de aguantar las ganas, por el miedo que me producía el dolor. Sufrí también infecciones vaginales. El corte me lo hicieron con una simple navaja". Este es el testimonio de Hannah Koroma, una mujer de Sierra Leona que sufrió en sus propias carnes una práctica todavía habitual en muchos países de África: la mutilación genital femenina.Este es el término que se utiliza para referirse a la extirpación de parte, o de todos los genitales, en las mujeres. Existen varias formas de realizarlo. La más radical es la denominada "infibulación o circuncisión faraónica". El procedimiento consiste en la extirpación del clítoris, de los labios menores y mayores. A continuación se cose lo que queda y se deja exclusivamente un pequeño orificio para orinar y para la menstruación.
Dos millones de niñas al año, aproximadamente 6.000 cada día, cinco cada minuto, pasan por esta terrible práctica que les ocasiona importantes trastornos tanto físicos como psíquicos, desde esterilidad, anemia, complicaciones en el parto o desgarros, hasta la imposibilidad de disfrutar del sexo. Eso si sobreviven, porque muchas niñas mueren cada año por hemorragias o por infección generalizada, después de haber sido sometidas a esta experiencia.
La ablación sigue practicándose impunemente en muchos países, a pesar de que es una actividad rechazada por la ONU o la Unión Europea. La OMS lo considera como una violación del derecho a la salud. Las personas y entidades que están luchando para la erradicación total de esta práctica saben que la solución está en atacar las causas. El porqué se realiza es muy variado, y depende de los países y sus tradiciones. En algunos casos es una cuestión de "identidad cultural". Se ha hecho siempre, como una costumbre, y no se puede cambiar. No conciben que haya mujeres que no sean sometidas a la circuncisión.
También se habla de la cuestión de género: la ablación es una forma de distinguir a la mujer del varón. Se considera que el clítoris es semejante al pene masculino, y sólo extirpándolo la mujer consigue su feminidad. En algunas sociedades la excusa para la defensa de la ablación es la prevención de la infidelidad: si la mujer no tiene deseo sexual, se reducen las posibilidades de que busque el sexo fuera del matrimonio, con lo cual el honor de la familia está a salvo. En muchos casos, se considera que sólo el hombre debe sentir el placer sexual, por lo que aquellas mujeres que no han sido circuncidadas lo tienen muy difícil para contraer matrimonio.
También la limpieza y la higiene son usadas, irónicamente, como justificación para la mutilación: en algunas sociedades, las mujeres que no han sido sometidas a estas prácticas no pueden acarrear agua o preparar la comida porque no son puras. Se considera que los genitales femeninos son "feos" y "sucios", y por ello es necesaria su extirpación. Incluso hay tribus donde existe la creencia de que si el clítoris no se elimina crece como el órgano sexual masculino, o que si llega a tocar el pene del hombre, éste morirá.
TAMBIÉN LA SALUD ES...
... considerada, erróneamente, una excusa más para la ablación. Algunos pueblos piensan que la mujer infibulada es más fuerte contra las enfermedades y puede dar mejor a luz. Incluso hay lugares donde se cree que la que no pasa por esta experiencia no puede tener hijos.La religión ha puesto también su granito de arena. En realidad, la creencia musulmana no apoya esta práctica de forma unánime. Es decir, no existe una postura oficial, pero en la mayoría de los lugares donde se realiza, que pertenecen a esta religión, ésta es la excusa predilecta. De hecho, el Corán no habla de este tema, aunque sí lo hacen algunos escritos del profeta Mahoma.
ESA PRÁCTICA CRUEL...
... y sin sentido se realiza, según Naciones Unidas, en unos 28 países africanos, aunque también se están dando casos en aquellos lugares donde habitan inmigrantes procedentes de Estados donde la ablación es habitual. Cada vez se conocen más experiencias de mujeres mutiladas en Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Europa o Estados Unidos, a pesar de que en estos lugares es una práctica ilegal.Numerosas entidades de todo el mundo están tratando de luchar mediante planes de educación de las mujeres, prohibición legal en el país, y otra medidas con el fin de que se vaya erradicando.
En España, Medicus Mundi Andalucía ha puesto en marcha una campaña de información y sensibilización cuyo objetivo es ayudar al denominado Comité Nacional de Lucha contra la Mutilación Genital Femenina en Burkina Faso. Esta agrupación intenta por un lado concienciar a la sociedad a través de los medios de comunicación sobre la importancia del problema de la ablación y, por otro, conseguir que el Código Penal incluya medidas contra los que llevan a cabo dicha mutilación.
De hecho, la Asociación Andaluza de Matronas ha registrado en la zona almeriense de El Egido varios casos de mujeres africanas mutiladas genitalmente. Son casos que han saltado a la opinión pública cuando estas inmigrantes han ido a dar a luz. Nadie sabe cuando han sido infibuladas, pero la edad de las muchachas y el poco tiempo que llevan en España indica que fueron intervenidas en sus países de origen. El temor es a que ellas sigan la tradición y hagan lo mismo con sus hijas. Sólo la reiteración de campañas informativas dirigidas a ese grupo de población podrá evitar que eso suceda en un futuro.




Mónica Pérez de las Heras - "OeNeGé"

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